<p class="texte" dir="ltr">De la misma forma en que el gran actor Lon Chaney fue apodado &ldquo;<em>el hombre de las mil caras&rdquo; </em>debido a su extraordinaria habilidad para cambiar de fisonom&iacute;a, tambi&eacute;n podr&iacute;amos hablar de &ldquo;<em>los mil rostros de la dominaci&oacute;n&rdquo; </em>si consideramos la enorme plasticidad de sus manifestaciones. No es solo que, en cada instante de la historia, la dominaci&oacute;n presenta <em>siempre </em>una conformaci&oacute;n multifac&eacute;tica, sino que tambi&eacute;n resulta polimorfa y cambiante con el transcurso del tiempo. En la medida misma en que constituye un fen&oacute;meno <em>socio-hist&oacute;rico</em>, la dominaci&oacute;n no cesa de modificar sus mecanismos, sus caracter&iacute;sticas, sus procedimientos y sus efectos en funci&oacute;n de m&uacute;ltiples factores que van desde las propias resistencias que suscita, que le hacen frente, y que debe vencer, hasta aquellas innovaciones socio-t&eacute;cnicas que, tras ser inventadas, logran incrustarse en el tejido social, pasando por los eventos pol&iacute;ticos que acontecen en el panorama social y que lo modifican de forma m&aacute;s o menos importante.</p> <p class="texte" dir="ltr">Afirmar que los dispositivos de dominaci&oacute;n no est&aacute;n anclados en <em>la pura repetici&oacute;n</em>, sino que son din&aacute;micos y cambiantes, implica que las luchas para subvertirlos <em>tambi&eacute;n </em>tienen que serlo, y que su efectividad depender&aacute;, en gran medida,del acierto con el que sean capaces de afrontar, en cada momento hist&oacute;rico, las propiedades que definen a esos dispositivos en ese momento. De hecho, se trata de una exigencia que resulta ser una completa obviedad tan pronto como caemos en la cuenta de que las luchas contra los molinos de viento nunca han conseguido da&ntilde;ar al enemigo real.</p> <p class="texte" dir="ltr">Resulta evidente, por lo tanto, aunque nunca me cansar&eacute; de repetirlo de forma machacona, que, desde una postura pol&iacute;tica y socialmente antagonista, una de las tareas m&aacute;s importantes, m&aacute;s acuciantes, y que reviste incluso cierto car&aacute;cter prioritario, consiste en acotar, en evidenciar, en diagnosticar, y en analizar, con el m&aacute;ximo rigor posible, <em>las formas de la dominaci&oacute;n contempor&aacute;nea. </em>Es precisamente esa tarea la que acomete <em>Ippolita, </em>y en ello radica el incuestionable inter&eacute;s del presente texto.</p> <p class="texte" dir="ltr">A nadie se escapa que interrogar las nuevas formas de la dominaci&oacute;n pasa, hoy en d&iacute;a, por escrutar cuidadosamente las <em>tecnolog&iacute;as digitales, </em>porqu&eacute; en tan solo unas pocas d&eacute;cadas est&aacute;s se han convertido en uno de los elementos que condicionan de manera mas determinante la actual realidad social y el modo de vida contempor&aacute;neo.</p> <p class="texte" dir="ltr">No es solo que <em>nuestra dependencia </em>de esas tecnolog&iacute;as se va <em>acrecentando d&iacute;a a d&iacute;a</em>, sino que lo esta haciendo a un ritmo propiamente <em>vertiginoso, </em>al mismo tiempo que se va extendiendo a sectores de la realidad social cada vez m&aacute;s numerosos. Es innegable que nuestra vida cotidiana tropieza con innumerables dificultades si no estamos insertados, de alguna forma, en el prol&iacute;fico universo de las tecnolog&iacute;as digitales. Es verdad que aun no es estrictamente <em>obligatorio </em>recurrir a ellas, pero es obvio que se hace cada vez m&aacute;s dif&iacute;cil vivir sin una tarjeta de cr&eacute;dito, sin un tel&eacute;fono m&oacute;vil, sin una cuenta de correo electr&oacute;nico, o sin un dispositivo de enlace con la red, ya sea un ordenador, una tablet o un celular. <em>Hoy, </em>internet se ha constituido en un instrumento <em>casi imprescindible </em>para acceder a determinados servicios comerciales, o incluso sanitarios, y hasta para relacionarnos con la administraci&oacute;n p&uacute;blica, y todo parece indicar que <em>ma&ntilde;ana </em>la presi&oacute;n para recurrir a internet ser&aacute; pr&aacute;cticamente irresistible. Quiz&aacute;s <em>pasado ma&ntilde;ana </em>la obligatoriedad de tener una conexi&oacute;n a internet tendr&aacute; la misma <em>fuerza de ley </em>que tiene hoy la obligatoriedad de disponer de un DNI.</p> <p class="texte" dir="ltr">Una de las razones por las que el uso de internet ha despertado tan pocas reticencias y se ha extendido con tanta rapidez radica en <em>su indudable utilidad </em>para acceder a determinados servicios y a m&uacute;ltiples recursos, incluidos recursos propios de la esfera del conocimiento, pero ocultando al mismo tiempo los costos acarreados por ese uso. Se trata de unos invisibles <em>costos a&ntilde;adidos</em>, que nada tienen que ver con con el costo y con el valor de las prestaciones recibidas, sino que gravan directamente el propio uso que hacemos de internet, y que solo pueden esquivar quienes est&eacute;n suficientemente preparados informaticamente y concienciados pol&iacute;ticamente.</p> <p class="texte" dir="ltr">Esos costos remiten a dos &aacute;mbitos que son distintos aunque est&aacute;n isnterelacionados, el &aacute;mbito econ&oacute;mico, por una parte, y el &aacute;mbito del <em>control social, </em>por otra parte. En efecto, <em>&ldquo;pagamos&rdquo; </em>el uso de internet mediante el suministro gratuito, e involuntario, de informaciones que se transforman en sustanciales beneficios econ&oacute;micos, al mismo tiempo en que contribuimos a la funci&oacute;n de control debido a la estricta imposibilidad en la que nos encontramos de no dejar huellas en cada paso que damos en el ciberespacio, salvo, repito, que estemos suficientemente preparados para <em>caminar por la Red sin dejar rastros y sin regalar informaci&oacute;n.</em></p> <p class="texte" dir="ltr">Ahora bien, no solo son las personas las que dependen cada vez m&aacute;s de las tecnolog&iacute;as digitales, es el conjunto de la sociedad, tanto en lo que ata&ntilde;e a su tejido econ&oacute;mico, como en lo que remite a la esfera de la pol&iacute;tica, o al campo de la educaci&oacute;n, o al de la salud, o al sector de la ciencia y del conocimiento, o al propio dominio militar, por citar algunos campos entre los que no puede faltar, por supuesto, el referido a la comunicaci&oacute;n. Cada uno de los &aacute;mbitos donde se manifiesta la dependencia de las tecnolog&iacute;as digitales merecer&iacute;a un an&aacute;lisis detallado, todos son extraordinariamente relevantes para ilustrar esa dependencia, aunque tres de ellos merecen, a mi entender, una especial atenci&oacute;n.</p> <p class="texte" dir="ltr">Se trata, en primer lugar, del <em>&aacute;mbito econ&oacute;mico, </em>puesto que las tecnolog&iacute;as digitales constituyen un vector de desarrollo econ&oacute;mico cada vez m&aacute;s determinante, no solo por el extenso numero de actividades econ&oacute;micas (ya sea en el sector de la producci&oacute;n, en el de los servicios, en el financiero etc.) en las que intervienen, sino tambi&eacute;n por el impresionante volumen de los beneficios que esas tecnolog&iacute;as producen directamente a trav&eacute;s de las enormes y lucrativas empresas especializadas en el sector de las Nuevas Tecnolog&iacute;as de la Informaci&oacute;n y de la Comunicaci&oacute;n (NTIC) que controlan su desarrollo y su comercializaci&oacute;n. Como bien dice <em>Ippolita </em>el capitalismo ha podido <em>&ldquo; experimentar en la casi total ausencia de reglas, un nuevo campo de desarrollo: la Red&rdquo;, </em>y, como tambi&eacute;n se&ntilde;ala <em>Ippolita</em>, un aspecto nada menor de esa modalidad de capitalismo es su dimensi&oacute;n <em>biopol&iacute;tica, </em>en la medida en que instrumentaliza con fines econ&oacute;micos la propia capacidad humana de comunicar.</p> <p class="texte" dir="ltr">En segundo lugar, aparece el <em>&aacute;mbito militar</em>, no solo por el papel que desempe&ntilde;an esas tecnolog&iacute;as en las industrias armamentistas, o en el propio desarrollo de las operaciones b&eacute;licas, y en la vigilancia tanto del espacio nacional como de las actividades de los posibles enemigos, sino tambi&eacute;n porque el propio <em>ciberespacio </em>aparece como un escenario donde se ubican toda una serie de conflictos, de autenticas guerras, de importantes apuestas estrat&eacute;gicas, y de verdaderas carreras armamentistas (con el desarrollo, por ejemplo, de armas cibern&eacute;ticas que pueden provocar, incluso , <em>da&ntilde;os materiales</em>, como ocurri&oacute; en el caso de las centrifugadoras nucleares iran&iacute;es).</p> <p class="texte" dir="ltr">Por fin, en tercer lugar, el <em>&aacute;mbito de la seguridad. </em>Se trata de un campo de actividades de una gran diversidad que ha crecido casi exponencialmente, y que da trabajo actualmente a miles de profesionales dedicados no solo a actividades de <em>espionaje cibern&eacute;tico</em>, sino tambi&eacute;n a elaborar <em>armas cibern&eacute;ticas, </em>tanto <em>ofensivas, </em>en estrecha conexi&oacute;n con el &aacute;mbito militar, para da&ntilde;ar los sistemas inform&aacute;ticos de eventuales enemigos, como armas <em>defensivas </em>para protegerse de unos <em>ciberataques </em>tanto m&aacute;s temibles cuanto que la econom&iacute;a descansa cada vez m&aacute;s sobre unos pilares de tipo digital.</p> <p class="texte" dir="ltr">Es in&uacute;til insistir, por demasiado evidente, sobre el hecho de que las tecnolog&iacute;as digitales ya se han instalado como <em>elementos de primer&iacute;simo orden </em>en m&uacute;ltiples sectores del mundo contempor&aacute;neo, pero m&aacute;s all&aacute; de esa constataci&oacute;n tambi&eacute;n resulta necesario <em>interrogar los mecanismos de poder </em>que esas tecnolog&iacute;as ponen en obra.</p> <blockquote> <p class="quotations" dir="ltr">&ldquo;S&eacute; libre dicen los nuevos poderes&hellip;&rdquo;.<br /> &ldquo;El poder es tolerable solo con la condici&oacute;n de enmascarar una parte importante de s&iacute; mismo. Su &eacute;xito est&aacute; en proporci&oacute;n directa con lo que logra esconder de sus mecanismos.&rdquo;.</p> </blockquote> <p class="texte" dir="ltr">Estas citas nos indican que, mucho antes de la irrupci&oacute;n de la era digital, Michel Foucault ya se&ntilde;alaba dos importantes caracter&iacute;sticas del poder que definir&iacute;an, m&aacute;s tarde, su modo de funcionamiento en la Red. En efecto, de la misma forma en que el poder hall&oacute; recursos mucho m&aacute;s eficaces y productivos para su propia din&aacute;mica cuando penetr&oacute; en los entresijos de <em>la vida, </em>en lugar de limitarse a administrar la muerte, y articul&oacute; de esa forma lo que Foucault denominar&iacute;a un <em>biopoder </em>y una <em>biopol&iacute;tica, </em>el poder tambi&eacute;n descubri&oacute; otros dos principios b&aacute;sicos. Por una parte, la mayor efectividad que representa el hecho de recurrir a <em>la libertad </em>antes que a la prohibici&oacute;n y a la represi&oacute;n, y, por otra parte, la ventaja que proporciona el hecho de que el poder <em>avance enmascarado. </em>Son precisamente esos dos principios fundamentales los que han quedado inscritos en el propio funcionamiento de la Red, como lo vamos a ver seguidamente.</p> <p class="texte" dir="ltr">La Red es libre, y tu eres libre de navegar por donde te apetece, Google aparece en tu pantalla tan pronto como lo llamas, revistiendo la inocente apariencia de un juguete, o de un instrumento, que se pone gratuitamente a tu disposici&oacute;n para que lo uses a tu antojo, es como un precioso regalo que nada te pide a cambio. Sin embargo, para garantizar su &eacute;xito Google tiene que avanzar enmascarado y debe disimular sus mecanismos. Por eso, lo que no te dicen es, en primer lugar, que el simple hecho de que <em>uses </em>el motor de navegaci&oacute;n ya genera <em>beneficios </em>para su due&ntilde;o, porque, claro, aunque no lo parezca Google tiene un due&ntilde;o que amasa enormes fortunas gracias a la ingente cantidad de informaci&oacute;n que, sin querer, le proporcionas. En segundo lugar, lo que tampoco te dicen es que <em>Google te necesita, </em>tanto o m&aacute;s de lo que tu lo necesitas, porque sin ti, sin <em>el uso </em>que haces de ella, la Red, simplemente, no existir&iacute;a. La Red solo se constituye, se mantiene, y se expande porque la usas, y se expande tanto m&aacute;s cuanto que m&aacute;s la usas. No lo dudes ni un segundo, la Red necesita, imperativamente, que <em>la uses </em>para poder existir.</p> <p class="texte" dir="ltr">En tercer lugar, lo que tambi&eacute;n callan es que la Red necesita imperiosamente <em>tu libertad. </em>Es tu propia libertad la que se convierte en el instrumento que, por una parte, legitima la imparcialidad de Google, y que, por otra parte, produce los resultados que Google necesita para hacer negocio, y para reforzar <em>el poder normalizador </em>de lo que se instituye como <em>mayoritario</em>. Tu libertad se utiliza para crear, entre otras cosas, los rankings de las p&aacute;ginas m&aacute;s visitadas, unos rankings que suscitan y que regulan los ingresos por publicidad, al mismo tiempo que contribuyen a moldear las preferencias de los usuarios.</p> <p class="texte" dir="ltr">Aparentemente, no se ejerce ninguna presi&oacute;n sobre el cibernauta, ninguna coerci&oacute;n, ning&uacute;n dirigismo constri&ntilde;e al <em>ciudadano de la Red</em>, sin embargo, la informaci&oacute;n que este proporciona permite trazar <em>su perfil </em>con la suficiente precisi&oacute;n para poder guiarlo hacia aquellos objetos que se corresponden con las preferencias propias de quienes presentan, aproximadamente, ese mismo perfil. No se le impone nada, pero se utilizan sus propias caracter&iacute;sticas, es decir las que sus propios actos han comunicado, para ofrecerle el mundo en el que se supone que mejor puede encajar. Ahora bien, no es el individuo quien <em>construye </em>ese mundo, paso a paso, como una obra zigzagueante y original, sino que se lo proporcionan, ya constituido, como si fuese un &ldquo;<em>pr&ecirc;t &agrave; porter</em>&rdquo; en el que solo tiene que amoldarse. Por supuesto, se trata de un mundo est&aacute;ndar, id&eacute;ntico para todos los que se corresponden con su perfil. Tienes el sentimiento de que nadie te dirige porque <em>una mano invisible </em>te ofrece las cosas que se corresponden con tus preferencias, en base a las preferencias que ya has manifestado anteriormente. Eres libre, pero no te dejan descubrir y construir tu mundo, te lo dan ya hecho, siguiendo un patr&oacute;n &uacute;nico para todos los que parecen ser como tu.</p> <p class="texte" dir="ltr">Esa aparente libertad, ese contexto aparentemente no autoritario, junto con el sentimiento de que lo que acontece en la Red cuando se la utiliza no obedece a ninguna voluntad ajena, sino que resulta exclusivamente de las acciones y de las elecciones que uno mismo realiza de forma aut&oacute;noma, todo eso ayuda a que prospere la convicci&oacute;n de que la Red, no solo es <em>libre</em>, sino que constituye un clar&iacute;simo <em>instrumento de libertad</em>. Es f&aacute;cil concluir a partir de ah&iacute; que la Red puede ser usada para desarrollar <em>nuevas formas de democracia </em>que ofrezcan mayores cuotas de libertad y de participaci&oacute;n pol&iacute;tica. Se trata de l<em>a democracia digital, </em>de la <em>e-democracia</em>, una democracia donde la facilidad con la cual se transmite informaci&oacute;n, la inmediatez con la que se consulta y se recaban opiniones, permiten prescindir de las situaciones presenciales, o hacer que estas solo sean espor&aacute;dicas y excepcionales.</p> <p class="texte" dir="ltr">Sin embargo, pese a que se presenta como sustitutiva de unas formas democr&aacute;ticas trasnochadas y obsoletas pertenecientes a la era predigital, la e-democracia conserva &iacute;ntegramente la l&oacute;gica de la vieja democracia basada en el voto, en la representaci&oacute;n, y en &ldquo;<em>la ley de las mayor&iacute;as&rdquo;</em>. V&eacute;ase, sino, ese flamante nuevo fen&oacute;meno pol&iacute;tico encarnado por <em>&ldquo;Podemos&rdquo;. </em>Esa nueva formaci&oacute;n pol&iacute;tica se inscribe directamente en las coordenadas de una renovaci&oacute;n democr&aacute;tica que tan solo renueva, en parte, el <em>modus operandi formal </em>de la democracia. No cabe duda de que lleva a cabo una renovaci&oacute;n , pero se trata de una renovaci&oacute;n puramente &ldquo;<em>procedural</em>&rdquo; que conserva los viejos contenidos sustantivos de la democracia parlamentaria.</p> <p class="texte" dir="ltr"><em>&ldquo;Podemos&rdquo; </em>necesita la Red porque por ella circulan los programas, los textos, las consultas que conforman su actividad interna, pero tambi&eacute;n la necesita porque esta le proporciona algunos de los elementos de <em>la imagen </em>que quiere ofrecer, y que supuestamente caracterizan las tecnolog&iacute;as digitales, tales como la modernidad, la horizontalidad, la autopoiesis, la libertad etc. Resulta, adem&aacute;s, que esos elementos tambi&eacute;n connotan la imagen vehiculada por el fen&oacute;meno de las <em>redes sociales </em>y de los <em>smartphones</em>, con el que <em>&ldquo;Podemos&rdquo; </em>se encuentra &iacute;ntimamente relacionado. &ldquo;<em>Podemos&rdquo; </em>debe mucho a las redes sociales, y, sin embargo, no duda en subvertir una de las caracter&iacute;sticas m&aacute;s interesantes de esa conectividad horizontal que caracteriza a las redes sociales. Es cierto que, por una parte, como muy bien lo explica <em>Ippolita, </em>las redes sociales constituyen una nueva <em>instituci&oacute;n total </em>de tipo pan&oacute;ptico que moldea subrepticiamente nuestras subjetividades, pero, por &nbsp;otra &nbsp;parte, &nbsp;tambi&eacute;n &nbsp;tienen &nbsp;la &nbsp;capacidad &nbsp;de &nbsp;ayudar &nbsp;a &nbsp;<em>la &nbsp;constituci&oacute;n &nbsp;de &nbsp;procesos &nbsp;auto organizativos, </em>tal y como lo muestran recientes acontecimientos.</p> <p class="texte" dir="ltr">En efecto, diversos episodios de luchas en varios pa&iacute;ses han puesto de manifiesto estos &uacute;ltimos a&ntilde;os que en las movilizaciones constituidas a partir de las redes sociales la ausencia de un centro de decisi&oacute;n de car&aacute;cter permanente y de estructuras de encuadramiento preestablecidas, hace que el llamamiento inicial sirva de <em>simple desencadenante</em>, m&aacute;s que de instancia organizadora, y deje lo esencial de la movilizaci&oacute;n <em>en manos de los propios participantes</em>. Esa circunstancia espolea tanto la horizontalidad como la creatividad colectiva, y favorece el que la gente elabore, por s&iacute; misma y colectivamente, <em>su propia agenda </em>al margen de las consignas venidas de otro lugar que el de la propia movilizaci&oacute;n.</p> <p class="texte" dir="ltr"><em>&ldquo;Podemos&rdquo; </em>subvierte descaradamente ese aspecto positivo de las redes sociales, un aspecto que, sin embargo, se hallaba presente en el inicio de su propia constituci&oacute;n, puesto que esta se origina, por lo menos parcialmente, en el movimiento del 15 M. La ausencia de instancias centrales y de consignas lanzadas desde arriba ha quedado sustituida en la andadura de <em>&ldquo;Podemos&rdquo; </em>por el fuerte centralismo y por el carism&aacute;tico personal&iacute;simo de la c&uacute;pula dirigente.</p> <p class="texte" dir="ltr">En definitiva, como lo dec&iacute;a al principio, no cabe duda de que <em>diagnosticar las nuevas formas de la dominaci&oacute;n </em>es del todo imprescindible y prioritario. Sin embargo, esa tarea no alcanza su finalidad, o su raz&oacute;n de ser, si no propicia, al mismo tiempo, la constituci&oacute;n de <em>nuevas formas de resistencia y de lucha. </em>El m&eacute;rito de <em>Ippolita </em>radica, precisamente, en que, paralelamente a esa tarea dilucidadora, tambi&eacute;n proporciona algunos elementos para ayudar a construir esas luchas. De hecho, el texto que aqu&iacute; nos ofrece se inscribe en la voluntad de promover <em>pr&aacute;cticas de autodefensa y de autoformaci&oacute;n digital</em>, al mismo tiempo que formula algunas propuestas pol&iacute;ticas de car&aacute;cter m&aacute;s general. Esas propuestas abogan por el <em>hacer m&uacute;ltiple </em>en lugar del <em>hacer mayor&iacute;a</em>, por crear <em>redes de confianza </em>en lugar de <em>redes sociales</em>, y por propiciar la proliferaci&oacute;n de <em>colectivos aut&oacute;nomos y diversos, </em>susceptibles de intercambiar y de propagar sus experiencias creando eventuales sinerg&iacute;as. Unos colectivos que no deber&iacute;an perseguir la meta de su propio crecimiento num&eacute;rico, porque como muy bien lo apunta <em>Ippolita</em>, &ldquo;<em>m&aacute;s all&aacute; de cierta escala, ni la libertad ni la democracia son factibles&rdquo;. </em>No es que &ldquo;<em>lo peque&ntilde;o sea hermoso&rdquo;</em>, es que lo grande se torna r&aacute;pidamente demasiado pesado para poder ser gestionado con el requerido respecto hacia la libertad, y para ser sostenido sin generar efectos contraproducentes. Una reflexi&oacute;n, que, como dice <em>Ippolita</em>, &ldquo;<em>los entusiastas de los bienes comunes (commons)&rdquo; </em>deber&iacute;an meditar, porque el problema radica en <em>una cuesti&oacute;n de escala m&aacute;s que en una cuesti&oacute;n de propiedad.</em></p> <p class="texte" dir="ltr">Nuestro mundo ya es, en gran medida, un mundo dependiente de las tecnolog&iacute;as digitales, muy pronto ese mundo pasara a ser <em>enteramente </em>dependiente de ellas. Como ocurre con todas las tecnolog&iacute;as, sus efectos dependen, en parte, del <em>tipo de uso </em>que se hace de ellas, sin embargo, como tambi&eacute;n ocurre con todas las tecnolog&iacute;as, esta <em>no son neutras</em>, y parte de sus efectos provienen de su propia naturaleza. No cabe duda de que en este campo la lucha contra la dominaci&oacute;n debe ser bifronte, porque exige que intentemos contrarrestar y subvertir los efectos de poder que se derivan de determinados usos de esas tecnolog&iacute;as, y, tambi&eacute;n, los que se desprenden de su propia naturaleza.</p>