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<p class="resume" dir="ltr"><b>VARIA</b></p>
<p class="resume" dir="ltr">A raíz de las transformaciones, inducidas o impuestas, que ha experimentado la economía mexicana después de la segunda postguerra y, particularmente, a partir de la prevalencia de la forma neoliberal globalizada, muchos intelectuales se han ocupado de los cambios que, como efectos o correlativamente a aquellos procesos, se dan en el campo subjetivo, tanto de los trabajadores, como de la población en su conjunto.<br />
Aluden, en términos comparativos, a las relaciones sociales propias de cada una de las etapas del capitalismo industrial y postindustrial: el Taylorismo, el Fordismo, el Toyotismo y el Postoyotismo, etapas que sin cambiar de esencia, difieren en el tipo de psicología que aplican para incrementar la productividad, mantener la subsunción del trabajo al capital y lograr que los operarios, como los bueyes de mi compadre, estén tan a gusto con la subjetividad implantada por la empresa que hasta las coyundas son capaces de lamer; eso con independencia, o incluso con la anuencia, de sus sindicatos, que también han venido mutando–perdiendo, éstos sí, su esencia- de acuerdo con el desarrollo del capitalismo.<br />
Si damos por sentado que esta nueva subjetivación se observa en el mundo de las grandes empresas, la pregunta central que surge es si esa subsunción del trabajo al capital, en sus formas subjetivas, es decir, de nueva identidad, valores morales y afectos, es también extensible -y si lo es, en qué medida- al resto de la sociedad.<br />
La técnica de la entrevista, aplicada a una muestra de trabajadores y personas que habitan en la ciudad de Puebla, conocida ésta como polo de desarrollo industrial, con empresas ultramodernas que aplican una filosofía toyotista, nos permitirá dar respuesta a nuestra pregunta.</p>
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